Hoy llevamos en muchos hogares 13 días de confinamiento, un aislamiento que está actuando como escudo protector frente a la amenaza de contraer un virus que acecha en el mundo.
Sí, así es, parece una película de ciencia ficción pero no lo es, hay un virus fuera de nuestros hogares que está llevándose la vida de muchas personas, en general las más vulnerables…o por lo menos así comenzó esta historia: creyendo que eran los “más vulnerables” aquellos que se veían afectados por el COVID 19.
La vulnerabilidad del ser humano.
El concepto de vulnerabilidad nos acecha a todos, pero no desde que el Coronavirus apareció en nuestra vida cotidiana, sino desde siempre.
La raíz etimológica del término «vulnerabilidad» significa por una parte herida (vulnus), y por otra, posibilidad (abilis). Es decir, la posibilidad de resultar heridos.
TODOS somos vulnerables, desde el primer dia de nuestras vidas. Entonces, no pongamos la vulnerabilidad solo en “el otro”, no pensemos que solo saldrán lastimados de esta pandemia los «más vulnerables», porque todos tenemos ésta posibilidad.
Y no hablo solamente de las posibilidades de contagiarnos del virus, sino de las de poder gestionar lo que nos pasa a cada uno con esta nueva situación.
Somos esponjas.
Esta vulnerabilidad que tenemos todos, siempre la pienso como una esponja llena de agujeros. Todos convivimos con ellos, algunos serán emocionales, otros somáticos, otros económicos, otros vinculares. Cada uno tiene los propios.
En mi entorno cercano y entre mis pacientes, la mayoría podrían considerarse exentos de riesgo con respecto a la infección o a un desenlace fatal por el coronavirus. Pero no conozco a nadie que viva este aislamiento como algo intrascendente a nivel personal: ya sea por dificultades de convivencia, por la incertidumbre laboral, por los temores en torno a los hijos, por esos ataques de ansiedad que estaban controlados y vuelven a aflorar…
Cuanto más vulnerables estamos, más grandes esos agujeros y por tanto estaremos más permeables a que nos ingrese tanto lo bueno como lo malo.
Si podemos identificar dónde nos afecta esta nueva situación, dónde habita nuestro lado más vulnerable, será más sencillo que podamos afrontarlo con todas nuestras herramientas.
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Reconocerlo, investigarlo, aprender dónde sí y dónde no podemos, nos va a dar posibilidades nuevas. La mejor manera de poder jugar una partida, es conocer las reglas del juego.
El poder del superhéroe.
El concepto de superhéroe no es antagónico al de vulnerable. Todos los cómics cuentan que los superpoderosos también tienen sus vulnerabilidades, sus agujeros. Cuando ellos los conocen pueden protegerse mejor. Sin embargo, cuando transitan su existencia creyendo que nada los afecta, es cuando tienen más chances de ser vencidos.
Por lo tanto, no pongamos a la población más vulnerable en “el otro”.
Si pensamos que la única población que se va a ver afectada es la tercera edad o los colectivos de riesgo, estaremos expuestos a nuestros riesgos sin posibilidad de defensa.
Porque en la trinchera que habitamos, TODOS tenemos algún agujero más grande o más pequeño que enfrentamos a diario.
¿Sabes cuáles son los tuyos?

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